LA BATALLA NOBLE
El Zazen que conduce a la autorrealización no es un ensueño ocioso ni una inacción vacía, sino una intensa lucha interior para obtener el control de la mente y luego usarla, como un misil silencioso, para penetrar la barrera de los cinco sentidos y el intelecto discursivo (es decir, , el sexto sentido). Exige determinación, coraje y energía. Yasutani-roshi lo llama "una batalla entre las fuerzas opuestas del engaño y la bodhi". Este estado mental ha sido descrito vívidamente en estas palabras, que se dice que fue pronunciado por el Buda mientras se sentaba debajo del árbol Bo haciendo su supremo esfuerzo, y que a menudo se cita en el zendo durante la sesshin:
"Aunque sólo permanezcan mi piel, tendones y huesos, y mi sangre y mi carne se sequen y se marchiten, nunca me moveré de este asiento hasta que haya alcanzado la iluminación completa".
El impulso hacia la iluminación está impulsado, por un lado, por una esclavitud interior dolorosamente sentida -una frustración con la vida, un miedo a la muerte, o ambos- y, por otro lado, por la convicción de que a través del satori uno puede obtener la liberación. Pero es en zazen donde la fuerza y el vigor del cuerpo-mente se amplían y movilizan para el avance hacia este nuevo mundo de libertad. Las energías que antes se desperdiciaban en impulsos compulsivos y acciones sin propósito se conservan y canalizan hacia una unidad a través de la correcta sentada Zen; y en la medida en que la mente alcanza la unificación a través del zazen, ya no dispersa su fuerza en la proliferación incontrolada de pensamientos ociosos. Todo el sistema nervioso se relaja y calma, se eliminan las tensiones internas y se fortalece el tono de todos los órganos. En resumen, al realinear las energías físicas, mentales y psíquicas mediante la respiración, la concentración y el asiento adecuados, el zazen establece un nuevo equilibrio cuerpo-mente con su centro de gravedad en el hara vital.
Con el cuerpo y la mente consolidados, enfocados y energizados, las emociones responden con mayor sensibilidad y pureza, y la voluntad se ejerce con mayor fuerza de propósito. Ya no estamos dominados por el intelecto a expensas del sentimiento, ni impulsados por las emociones no controladas por la razón o la voluntad. Finalmente, el zazen conduce a una transformación de la personalidad y el carácter. La sequedad, la rigidez y el egocentrismo dan paso a una fluida calidez, resistencia y compasión, mientras que la autocomplacencia y el miedo se transmutan en autodominio y coraje.
- Philip Kapleau, Los tres pilares del zen
Compartió: Dojo Zen Algeciras
