«El maestro Dogen veía las numerosas montañas que rodean el templo Eiheiji como el cuerpo del Dharma de Buda. Por eso, dice, "el encuentro del mundo y mi rostro es siempre fresco".
Al mirar las montañas, los ríos, los árboles, las hierbas, los pájaros, las flores y los seres singulares de las montañas, todo aparece ante sus ojos como el Dharma de Buda, es decir, la interdependencia que nos conecta con el universo. El paisaje es siempre fresco, incluso cuando hace calor.
También para nosotros, todo debería ser un paisaje nuevo y fresco, limpiar los recipientes de incienso, cocinar, servir la genmai, limpiar los baños, coser el kesa... todas las cosas deberían ser como un paisaje nuevo y fresco, todas en el mismo nivel, ni encima, ni debajo, todas son la expresión de dotoku, expresan el Dharma.»
Fragmento Kusen sesión de verano, Raphaël Doko Triet.