sábado, 13 de agosto de 2022

Louis Nansen

 


EL CUERPO DE BUDA. Ayer volvimos de un retiro de 9 días en Lluçà. Han sido unos días muy intensos, sin mucho preámbulo, desde el primer día que nos hemos sumergido en la práctica del zazen, vivido en comunidad, rodeados de naturaleza, que nos ha demostrado su fuerza con bondad, enfriamiento cuando hacía calor, trueno dering y relámpago para poner en un Buen espectáculo. Algunos comenzaron el retiro pensando que no podían, pensando que su cuerpo no podía manejar nueve días, cuatro meditaciones diarias, que su mente no resistiría. Pero creo que puedo decir sin equivocarme, que muy pronto todos nos conectamos con la naturaleza de Buda, nuestro cuerpo de Buda, y que a pesar de las dificultades y sensaciones de dolor, todos los cuerpos fueron moldeados hasta convertirse en el cuerpo de Buddha, en su origen naturaleza inal. En contraste con las caras compuestas de la llegada, que expresaban las tensiones de la vida cotidiana, al final del retiro los rostros habían cambiado: eran la cara radiante de Buda, en todos y cada uno de nosotros. Hoy, ya en Barcelona, fui a nadar en el mar, la superficie era plana como un espejo, el agua transparente, y de repente vi algo brillando en el fondo, me zambullió y vi algo que nunca había encontrado antes en el mar: un cuerpo fro m buda, una piel plateada Estatua de buda, tirada allí medio enterrada en la arena, dándome la bienvenida, entre la mirada curiosa del olvido. Lo desenterré con mis dedos, y al sostenerlo, la imagen de este Buda plateado me hizo gassho. Lo primero que vino a mi mente fue el recuerdo de esos nueve días intimando con la naturaleza de Buda, con el cuerpo de Buda.

Louis Nansen