45. CORRECTO E INCORRECTO
Cuando Bankei guardaba sus semanas de retiro para meditar, pupilos de todas partes de Japón acudían a hacerle compañía. Durante una de esas reuniones, un pupilo fue sorprendido robando. El asunto se llevó a Bankei con la petición de expulsar al culpable, pero Bankei hizo caso omiso del asunto.
Poco después, el mismo discípulo fue sorprendido en un acto similar, y de nuevo Bankei se desentendió del tema. Ello enfureció a los otros discípulos, quienes redactaron una instancia solicitando la expulsión del ladrón, en la que manifestaban que de otro modo ellos se irían en bloque.
Cuando Bankei hubo leído la solicitud, llamó a todos sus discípulos. «Sois hermanos sabios», les dijo. «Sabéis lo que es correcto y lo que es incorrecto. Podéis ir a estudiar a otro lugar si ése es vuestro deseo, pero este pobre hermano ni siquiera sabe diferenciar correcto de incorrecto. ¿Quién le enseñará si yo no lo hago? Me quedaré aquí con él incluso si todos los demás os vais».
Un torrente de lágrimas inundó el rostro del hermano que había robado. Todo deseo de robar se había desvanecido.