Un día, un anciano visitó al Maestro Ryokan y le dijo:
—Me gustaría pedirle que me haga un kito. [*] He visto alrededor de mí la muerte de muchas gentes. Y yo también tendré que morir un día. Por favor, haga un kito para que yo viva mucho tiempo.
—De acuerdo. Hacer un kito para vivir mucho tiempo no es difícil. ¿Pero qué edad tiene usted?
—Sólo tengo ochenta años.
—Usted es joven aún. Un proverbio japonés dice que hasta los cincuenta se es como un niño, y que entre los sesenta y los ochenta, es cuando hay que amar.
—De acuerdo, hágame un buen kito.
—¿Hasta qué edad quiere usted vivir?
—Tengo bastante con vivir hasta los cien años.
—Su deseo no es realmente grande. Hasta los cien años, sólo le quedan que vivir veinte años. No es tanto. Como mi kito es completamente exacto, usted morirá justo a los cien años.
El anciano tuvo miedo:
—¡No, no! Haga que viva hasta los ciento cincuenta años.
—Actualmente, habiendo alcanzado ya los ochenta años, ha pasado la mitad de lo que desea. Escalar una montaña exige muchos esfuerzos y tiempo, bajar de ella es rápido. A partir de ahora, sus setenta últimos años van a pasar como un sueño.
—Déme entonces hasta los trescientos años.
Ryokan respondió
—¡Qué pequeño es su deseo! ¡Solamente trescientos años! Un proverbio de la época antigua dice que las grullas viven hasta mil años y las tortugas hasta los diez mil años. Si unos animales pueden vivir tanto ¡cómo es que usted, ser humano, no quiere vivir más que trescientos años!
—Eso es muy difícil —dijo el anciano—. ¿Para cuántos años de vida puede hacerme un kito?
—¡Así que no quiere usted morir! ¡Esa es una actitud completamente egoísta!
—Ciertamente —respondió.
—Entonces más vale hacer un kito para no morir.
—¡Sí, sí, desde luego! ¿Es posible? Prefiero este kito.
—Es muy caro, muy, muy caro, y requiere mucho tiempo.
—De acuerdo —dijo el anciano. Entonces Ryokan añadió:
—Hoy empezaremos por cantar solamente el Hannya Shingyo, después cada día tendrá usted que venir a hacer zazen en el templo. Entonces daré conferencias para usted.
De esta manera Ryokan le condujo a la fe justa y exacta.
* Kito: Ceremonia para realizar un deseo.
