Si el cuerpo y la mente no se hayan en un estado de tranquilidad y alegría, encontrarán obstáculos para alcanzar la Vía. ¿Cómo podemos conseguir que en ellos se produzca lo que se conoce como conciliar la práctica y la Vía? Esto es posible cuando la mente no se aferra ni rechaza, cuando la mente no desea ni fama ni provecho.�
Eihei Dogen, Gakudo Yojinshu (“Puntos esenciales en la práctica de la Vía”)
El Maestro Dogen utiliza siempre los kanji shin jin, la “mente” y el “cuerpo”. Do soko no shin: do es la Vía; shin, el espíritu; soko, el comportamiento, la conducta en la vida cotidiana.
Si el espíritu de nuestra vida cotidiana y de la Vía no están en armonía, nuestro cuerpo y nuestra mente no están en paz. La mente pierde su serenidad, siempre está ansiosa. El subconsciente nunca encuentra la normalidad, está preocupado, insatisfecho, siempre ansioso. Es así que el cuerpo y la mente se encuentran agitados.
En general, gracias a la práctica de zazen, el hara se fortalece. Nos volvemos valientes y valerosos.
Pero si queremos lograr ser así, si se quiere tener un hara fuerte, el whisky es mejor que el zazen, porque inmediatamente te hace fuerte y valiente, nada nos asusta… ¡Nada nos frena, no tenemos remordimientos por romper la porcelana! Incluso olvidamos haber tomado prestado dinero. Pero estos no son ni la verdadera valentía ni el verdadero coraje.
A través del verdadero zazen, el subconsciente se apacigua, queda satisfecho y vuelve a su estado natural. En los tiempos que corren, el subconsciente de los jóvenes está insatisfecho. Tienen miedo, están titubeantes. Su mente no es serena, está perdida, no es estable. También por esto recurren a las drogas. Quieren conocer el éxtasis. Es más peligroso que el whisky.
Si uno practica zazen, honesta e inconscientemente, de forma natural y automática, nuestra mente y nuestro cuerpo se serenan, están en paz. Además, si la conducta diaria y la Vía van de la mano, si contribuyen a la armonía, nuestra mente se tranquiliza, se calma, sin ningún temor. Es entonces cuando nos volvemos verdaderamente valientes y valerosos.
El estudio de la Vía a través del Zen es el objetivo principal de la vida. No debe tomarse a la ligera;
¿Cómo podríamos descuidarlo?
Estudiar la Vía es el camino para la consecución del mayor logro de nuestras vidas, la mayor felicidad, la primera de las victorias. Del mismo modo, aquellos que practican zazen, como dijo Dogen, son los héroes más grandes, pero héroes diferentes a Napoleón, héroes espirituales. Este es el objetivo principal, la forma más elevada de contemplar la vida.
Convertirse en ministro, tener éxito en la vida, obtener los más altos honores, ser en un hombre rico, promover una gran revolución, aprobar el bachillerato, obtener la licenciatura en la Sorbona, casarse con un hombre rico, no son los mayores logros a los que podemos aspirar en la vida. Comer bistec o arroz integral todos los días para estar sano, no es la visión más amplia que podemos tener de la vida. No critico la macrobiótica, pero al final, tanto la carne como el arroz integral se defecan.
El zazen no es un método para conservar la salud, no es un tipo de entretenimiento. Es el éxito final, la felicidad última.� Lo primero que debe saber el practicante firme que estudia la Vía es si su orientación hacia ésta es correcta o incorrecta… Es lo que se conoce como orientarse hacia la Vía, comprender su verdadera dimensión infinita en la Vía de Buda, es distinguir claramente el camino adecuado hacia ella.
Debemos conocer personalmente, de forma personal, el juego de la vida. Debemos encontrar nuestras propias experiencias, especialmente cuando se trata la Vía de Buda, que se adquiere ofreciéndose como regalo uno mismo. Debemos entender en la totalidad de nuestro ser lo que significa la Vía, cuál es su realidad, cuál es su sabor.
Debemos saber cómo diferenciar la Vía de la “no-Vía”. La diplomacia no es la Vía. La búsqueda de un buen estado de salud no es la Vía. La búsqueda de cualquier tipo de beneficio no es la Vía. Debemos tener el mismo estado de ánimo que el que tendría una persona al entrar en un ataúd al final de su vida.
Una pregunta debería preocuparnos hasta que pudiésemos darle respuesta:
¿Cuál es nuestra razón de ser en este mundo?
¿Por qué hemos nacido?
¿Para vivir?
Es decir, ¿para disfrutar de la vida?
¿Qué es disfrutar de la vida?
¿Consiste en ser exitoso, gozar de éxito, ser feliz en el amor, viajando, disfrutar de comodidades?
Esto no es la Vía. Este no es el sentido de nuestra vida en este mundo.
Cuando uno realmente busca la Vía, y, comprendemos, cuando tenemos el satori, todo puede ser la Vía. Es muy importante tenerlo en cuenta.
Nos sentamos para dar sentido a nuestra vida.
La importancia de nuestra vida no se experimenta en el esfuerzo por crear algo perfecto.
Simplemente debemos comenzar por aceptarnos a nosotros mismos.
Sentarnos nos trae de vuelta para ver quién somos y dónde estamos.
Esto puede ser muy doloroso. Aceptarse es lo más difícil.
Si no podemos aceptarnos, estamos viviendo en la ignorancia, la noche oscura.
Podemos estar despiertos, pero no sabemos dónde estamos. No podemos ver.
La mente no tiene luz, la práctica es esta vela en nuestra habitación más oscura.
Kobun Chino Otogawa Roshi.
