jueves, 11 de agosto de 2022

Koan

 


EL SONIDO DE UNA SOLA MANO

El maestro del templo de Kennin era Mokurai, llamado El Trueno Silencioso. Tenía un pequeño protegido de nombre Toyo que tan sólo contaba doce años de edad. Toyo veía cómo los discípulos mayores visitaban la habitación del maestro cada mañana y cada tarde para recibir instrucción o guía personal mediante koans para detener así los enredos de la mente.
Toyo deseó practicar también zazen.
«Espera un poco», dijo Mokurai. «Aún eres demasiado joven».
Pero el muchacho insistió, de modo que el maestro finalmente consintió.
Por la tarde, el pequeño Toyo fue a la hora prevista al umbral de la habitación de zazen de Mokurai. Hizo sonar el gong para anunciar su presencia, realizó tres veces la reverencia en la puerta, y fue a sentarse junto al maestro en actitud de respetuoso silencio.
«Puedes escuchar el sonido de dos manos cuando aplauden», dijo
Mokurai. «Ahora muéstrame el sonido de una sola mano».
Toyo hizo una reverencia y se fue a su habitación para considerar el problema. Desde su ventana podía oír la música de las geishas.
«¡Ah, lo tengo!», exclamó.
La tarde siguiente, cuando su maestro le pidió que ilustrara el sonido de una sola mano, Toyo comenzó a imitar la música de las geishas.
«No, no», dijo Mokurai. «Nada de eso. Ése no es el sonido de una sola mano. No lo has comprendido».
Pensando que la música podría interrumpirle, Toyo se retiró entonces a un tranquilo lugar. Meditó de nuevo. «¿Cuál podrá ser el sonido de una sola mano?». En ese momento llegó a sus oídos el murmullo de agua goteando. «Lo tengo», se dijo Toyo.
Cuando compareció de nuevo ante su maestro, reprodujo el sonido del agua.
«¿Qué es eso?» preguntó Mokurai. «Éste es el sonido de agua goteando, pero no el de una sola mano. Inténtalo de nuevo».
En vano Toyo meditó para oír el sonido de una sola mano. Oyó el suspirar del viento. Pero el sonido fue rechazado.
Oyó el canto de una lechuza. También fue rechazado.
El sonido de una sola mano tampoco estaba en los saltamontes.
Más de diez veces se presentó Toyo ante Mokurai con diferentes sonidos. Todos eran erróneos. Durante casi un año estuvo pensando en cómo podría ser el sonido de una sola mano.
Finalmente, Toyo entró en meditación verdadera y trascendió todos los sonidos. «No pude recoger ninguno más», explicó más tarde,
«así que llegué al sonido que no suena».
Toyo había reconocido el sonido de una sola mano.