El zen es directo, es como una flecha lanzada al vacío apuntando al ser verdadero, arribando a él sin el uso de caminos alternativos o eufemismos. Llamamos a la montaña, montaña, y al rio, rio. Nada de rodeos o rebusques intelectuales. El zen no forma conceptos ni está formado por ellos. Vivimos en una realidad de múltiples dimensiones, donde existen infinitos universos, galaxias y seres de todo tipo y formación. Pero, el ego nos hace pensar en que esto no es así. En aras de la estabilidad mental para eludir nuestro miedo e inseguridad, nos alienamos de nuestra propia realidad y nos alejamos cada vez mas de la visión directa de la naturaleza de las cosas que nos rodean. En el budismo a esto le llamamos ignorancia. La vida y la muerte son el tema principal del estudio del zen. Si eludimos este tema, jamás comprenderemos el camino. No hay realización mas allá del nacimiento y la muerte.
