lunes, 23 de enero de 2023

SANDOKAI

 SANDOKAI 





La esencia y los fenómenos son interrelación El Espíritu del Gran Sabio de la India fue íntimamente transmitido del este al oeste. Entre las capacidades humanas observamos que unos son inteligentes y otros menos, pero en la Vía no hay maestro del norte ni maestro del sur. 

 La fuente original es clara y pura, únicamente los afluentes son turbios y fangosos. 

 Apegarse a los fenómenos es ilusión, reconocer la unidad no es la Iluminación. Los objetos de los sentidos son interdependientes y autónomos a la vez. La interacción produce envolvimiento. Si no hay interacción, cada fenómeno permanece aislado. 

 Los objetos varían en forma y condición, los sonidos pueden ser placenteros o dolorosos. Los conceptos refinados y los ordinarios no se diferencian en la oscuridad. 

En la luz se distingue lo puro y lo impuro. Los cuatro elementos regresan a su origen, como un hijo halla a su madre. 

 El fuego quema, el viento mueve, el agua moja, la tierra sujeta. Ojos y formas, oídos y sonidos, nariz y olores, lengua y sabores. Todos los fenómenos, como las hojas de un árbol, surgen de la misma raíz. 

 El tronco y las ramas comparten el origen. Expresado de manera noble o vulgar, da igual. En la luz hay oscuridad, pero no lo vean sólo como oscuridad. 

 En la oscuridad hay luz, pero no lo vean sólo como luz. La luz y la oscuridad dependen la una de la otra como el pie derecho y el izquierdo al caminar. 

 Cada existencia tiene su mérito de acuerdo con su función y lugar. Los fenómenos y la esencia encajan como una caja y la tapa. 

 Este principio es como el encuentro de dos flechas en pleno vuelo. Al recibir estas palabras, deben comprender su significado. 

No construyan sus propias categorías. Si no son capaces de comprender la Vía, aunque transiten sobre ella, ¿cómo la podrán reconocer? 


 La práctica nada tiene que ver con lejos o cerca. pero si se confunden, montañas y ríos obstruirán el paso. 

 A ustedes que buscan la gran verdad, respetuosamente los apremio: no pasen los días y las noches en vano. 


 Sekito Kisen (700-790)


El Maestro Zen Sekito Kisen (Shitou Xiqian, 700-790) fue el más joven de los discípulos del Sexto Patriarca Hui-neng (638-713). No tenía más de trece años cuando éste murió sin recibir la ordenación completa.
Poco antes del fallecimiento de su maestro, le pidió que le nombrara a alguien bajo cuya dirección pudiera continuar sus estudios.
Hui-neng se limitó a responder: “Ve a meditar” Tras su muerte, el joven monje permaneció días enteros en postura de zazen, junto a la tumba del patriarca.
Un día, el superior de los monjes de Pao-lin le dijo: “Tu maestro está muerto. ¿De qué te sirve hacer zazen junto a su tumba?
Es que él me dijo “Ve a meditar” – No lo has entendido. El maestro respondió efectivamente a tu pregunta. El no dijo “Ve a meditar” (sseu), sino: “Ve con Sseu”. Hing-sseu era su discípulo más cercano, es tu hermano en el Dharma”.
K’ing-yuan Hing-sseu (660? -740) tenía una personalidad tan fuerte que su maestro le envió a fundar un nuevo monasterio.
Sih-tou se dirigió allí. Cuando llegó K’ing-yuan le preguntó: “¿De dónde vienes?” - Este aprovechó para preguntar: “¿Comprendes bien al maestro Hui-neng?”
K’ing-yuan guardó silencio y luego, cuando el otro insistió, le dijo: “No es que no quiera responderte. Es tan sólo que temo que nadie nos comprenda en el futuro”.
Parece que K’ing yuan añadió entonces: “Hasta ahora tenía mucho ganado de dos cuernos, pero ahora tengo un unicornio”. Shih-tou acompañó a su maestro hasta que este murió.
Luego se trasladó a la provincia de Hunan, en 742. Se dice que allí construyó un pequeño refugio sobre una saliente rocosa, donde solía meditar.
De ahí su nombre de Shih-tou, que significa cabeza de piedra. Luego de veinte años de una vida en solitario y de enseñar a unos pocos discípulos, por petición de estos, viajó a Liang-tuan.
Allí fundó uno de los grandes templos Ch’an y mantuvo estrechas relaciones con el Monasterio de Ma-tsu (eminente maestro de la escuela Rinzai).
Los cronistas cuentan que su fama se extendió y que llegó a tener un gran número de discípulos. Luego de un tiempo regresó a sus queridas montañas, donde pasó el período final de su larga vida.