Para avanzar en la vía del zen es importante liberarnos de la ilusión de la identidad personal y descubrir nuestra verdadera naturaleza, que es pura y sin cambios. El concepto de "yo" y la personalidad son construcciones mentales que pueden llevarnos a la insatisfacción y el sufrimiento, ya que nos aferramos a estas ideas de quiénes somos y cómo deberíamos ser percibidos por los demás.
El zen nos insta a cultivar la atención plena y la consciencia, observando nuestros pensamientos y emociones sin apegarnos a ellos. A través de esta práctica, empezamos a ver la naturaleza efímera de nuestras experiencias mentales y emocionales, comprendiendo que son como nubes pasajeras en el cielo del ser.
En la tradición zen, se nos anima a mirar más allá de la personalidad y las creencias limitantes para descubrir nuestra "naturaleza de Buda" o "naturaleza iluminada". Esta naturaleza es inherente a todos los seres y no se ve afectada por las fluctuaciones del mundo externo.
La práctica zen nos hace conectar con esta naturaleza trascendental mediante la atención plena, zazen y el autodescubrimiento profundo. Al abrazar nuestro ser, podemos encontrar una paz interior inquebrantable y una libertad auténtica, desprendiéndonos de la necesidad de buscar la aprobación externa de los demás.
El Buddha-Dharma nos enseña que la auténtica realización proviene de vivir en armonía con nuestra verdadera naturaleza y abrazar cada momento tal como es, con aceptación y compasión. Al liberarnos de la ilusión del "yo" y la personalidad, nos abrimos a la vastedad de la existencia y experimentamos una conexión profunda con todo lo que nos rodea. De esta manera encontramos la paz y la serenidad en medio de las tormentas de la vida y nos convertimos en un reflejo claro del universo en constante cambio.
"En la quietud de la conciencia, florece la liberación de la personalidad y la auténtica paz interior."
- Maestro zen Wú Dǎo