No es difícil
ver la forma en el espejo.
Pero no hay manera de capturar
la luna en la corriente del agua.
Siempre vamos solos,
siempre andamos solos,
En el camino del nirvana
sólo juegan juntos
los que han alcanzado la realización.
Es fácil contemplar una forma en un espejo, pero es imposible atrapar la luna en el río. En el templo de Nanzen-ji, en Kyoto, se encuentra una célebre pintura que representa a un mono colgado de un árbol, que tiende un brazo hacia el río para agarrar el reflejo de la luna. La acompaña un poema: “Para atrapar la luna, basta con mirar la verdadera luna”.
De igual manera hay que agarrar lo original en nosotros: mirar al cielo, pues en el río sólo está el reflejo. Nunca debemos perder lo original, mientras corremos tras otras cosas. hay una fábula de Esopo que cuenta la historia de un perro que tenía un pez en la boca. Al ver a otro perro con otro pez, quiso quitárselo y se peleó con él. Al final perdió su propio pez.
Siempre vamos solos. La Vía de la práctica es profundamente solitaria. Ni siquiera un amor profundo hacia otro ser suprime esta soledad. Marido y mujer en la misma cama no tienen los mismos sueños.
En zazen estáis completamente solos, como en el ataúd, adonde nadie os seguirá.
Siempre digo que es importante practicar zazen juntos, en un dojo. Pero en lo que concierne a la práctica espiritual eso no quiere decir que haya que pedir la respuesta a los demás. Los demás no son yo. Mi maestro insistía mucho en este punto. A menudo caligrafiaba esta frase: “Siempre vamos solos”.
En la vía del satori jugamos con nuestros amigos, con los que practican. Esta vía es fugen, fuso, el mundo inmortal, no nacido, no creado, no muerto, sin felicidad ni desgracia, sin alegría ni pena. Es la condición normal, original, el nirvana.
Podemos decir que el nirvana tiene casi el mismo sentido que el paraíso de los cristianos. Pero el nirvana existe aquí y ahora, y no en otro mundo. Es el satori.
Yoka Daishi. “El canto del inmediato satori”. Comentario del maestro Taisen Deshimaru. Editorial Kairós.