lunes, 3 de abril de 2023

000 La memoria de los tiempos antiguos





Un día Han You desplegó los cinco dedos de su mano y dijo que entre cada uno de ellos se alojaba la sombra de la primera alba.

Este tema, “la memoria de los tiempos antiguos”, es apasionante.En los años 80 se habló mucho de la memoria del agua. Los científicos recogían muestras de hielo a diferente profundidad en los casquetes glaciares y, al analizarlas, obtenían huellas de la época a lo largo de la cual el hielo había estado en contacto con la atmósfera.Esta misma experiencia se llevó a cabo con el carbón: memoria del tiempo cuando estaba en la superficie de la tierra o, inversamente, cuando ese mismo carbón recogido en la superficie de la tierra, ofrecía valiosas informa-ciones del tiempo en que estuvo profundamente hundido bajo la corteza terrestre. Todo ello para obtener valiosas informaciones de la vida, del clima, del calentamiento a lo largo de los siglos.

Lo que me interesa, sin embargo, y de lo que quiero hablar, es de la memoria que no se apoya en soporte alguno – ya sea el agua, el carbón o también esas huellas visibles en la piedra o en el interior de las grutas – pero que está ahí, presente, la memoria que Han You evoca: la sombra de la primera alba entre cada uno de sus dedos desplegados.

Sigo convencido de que aquello que un día nos conmovió y que ha hecho que estemos aquí hoy en este templo, está unido a esa memoria antigua. Una memoria de la que, por supuesto, no tenemos ningún recuerdo ni consciente ni inconsciente. Porque ¿podemos, de verdad, hablar de memoria o de huella indecible?

Esta memoria tiene que ver con la huella de los primeros días, con aquella noche lejana al cabo de la cual el Buda Shakyamuni despertó y también, sin ninguna duda, con algo más lejano aún.

Todos nosotros podemos notarlo en ciertos momentos del día, en el hueco de esa hora, cuando cesa el viento, callan los pájaros, se alargan las sombras, cuando todo en la naturaleza parece retener la respiración. En ese momento se instala un silencio maravilloso, inquietante casi, como si de pronto todo se volviera más ligero; un nexo invisible se establece con lo que nos rodea, como un hilo que nos uniera: seres sensibles y seres insensibles.

      Raphaël Doko Triet