lunes, 3 de abril de 2023

000 Cuando hablamos de meditación




Cuando hablamos de meditación, solemos pensar que la concentración en la postura no es una meditación muy elevada porque uno se pasa una hora sentado observando su cuerpo, viviendo su cuerpo, corrigiendo su postura. Pasar una hora sintiendo el hígado, la nuca, los hombros, las caderas, no parece muy transcendental. Pero el interés no reside en el objeto, es verdad, reside sobre algo muy simple. Reside en la postura. En este caso, no nos concentramos en Dios, el samadhi o no sé qué. Nos concentramos en la postura. Lo importante no es el objeto de concentración, es el sujeto. Y la iluminación, el despertar como suele decirse, no nace del objeto sino del sujeto, es decir del que observa. Y poco a poco nos volvemos íntimos con quién observa la postura, hasta darnos cuenta que esta conciencia que observa la postura está al mismo tiempo dentro del cuerpo, está al mismo tiempo por encima del cuerpo, está por delante, está por detrás. De hecho, es universal. Está por todas partes y es esto lo que es importante. Y todo esto, lo comprendemos observando, a fuerza de observar simplemente la postura. Y entonces sentimos una alegría inmensa porque nos damos cuenta que somos mucho más allá de lo que estamos observando. Y que somos capaces de observar, por ejemplo, dos lugares al mismo tiempo. Entonces, nuestra capacidad de conciencia es fabulosa. Somos al mismo tiempo uno mismo y estamos al mismo tiempo más allá de uno mismo. La respiración tiene también un papel muy importante en nuestra conciencia, en la observación de la postura. La respiración está fuera, está dentro, arriba, abajo. Así que nuestra conciencia está dentro, fuera, arriba, abajo. La conciencia es primordial para nosotros. Puede evolucionar hasta el infinito. Y entonces, si estamos atentos, concentrados, motivados, cada meditación es histórica, cada meditación es de una importancia capital. En el momento en el que nos sentamos, en que adoptamos la postura de meditación, enderezando el cuerpo y el espíritu, entonces esto se convierte en un momento histórico que abre nuevos espacios en el cerebro.

    José Antonio Offroy