La meditación no depende de nada ni de nadie.
Existe en instantes de libertad.
Esto es... en el momento en que te sientas para nada,
como se dice en la tradición zen,
es decir, sentarse con un corazón abierto, receptivo y expansivo,
sin que el ego sea el que controle la experiencia, adherido a las expectativas,
en el tiempo en que tu ser reposa en el eterno momento del ahora,
constatas que el gozo de quien tú eres, en verdad se manifiesta.